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Entradas

Tolerante por defecto

Paco y Celia llevan unos cuatro días aquí, pero ya antes de venir me avisaron de que la fiesta de hoy no nos la podíamos perder. "Por supuesto que no", les respondía siempre. Y es que hoy es el Christopher Street Day, o lo que viene a ser el Día Internacional del Orgullo Gay, el cuál en Berlin también se celebra por todo lo alto. Una vez los bocadillos y las cervezas en la mochila, nos acercamos al punto de encuentro donde se supone que los demás debían de estar esperando. Una vez nos encontramos todos, y después de algunas decenas de minutos andando con una orientación casi nula mientras nos guiábamos por el ruido del desfile, encontramos nuestro sitio. A los pies de la mismísima Diosa de la Victoria montamos el campamento base. Cientos de jóvenes y no tan jóvenes tirados en el césped de aquella redonda aguardaban la llegada del desfile para, una vez allí, acompañarlo hasta su destino: la Puerta de Brandenburgo. La cabeza del desfile acaba de alcanzarnos. Abriendo

Respuesta de Pedro, Andrés y Marcos

Aunque para nosotros no es una novedad hacer un largo viaje, nunca nos acostumbraremos a las sensaciones contradictorias al comenzarlo. Los nervios al ultimar los preparativos, las tristes despedidas,... Estaremos tiempo sin ver a los nuestros, nos perderemos momentos importantes de sus vidas, momentos de felicidad y de tristeza. Sabemos que sufrirán por nosotros y que los tendremos pendientes de las noticias internacionales, rezando por que no nos pille ninguna desgracia por donde pasemos y por que tengamos un viaje seguro.  Comienza tu viaje, un nuevo proyecto, un sueño, una ilusión. Quizás llevados por nuestro propio entusiasmo, nuestros ojos hoy ven en positivo al llegar al ecuador del viaje, Berlín. Imponente Brandenburger Tor y el Reichstag, sorprende aún más el ver unos rostros conocidos andando por las calles de Berlín, el de Eze y Evelina. Tras los saludos oportunos nos comentan que no podemos perdernos unas casas okupas que hay unas calles arriba; desde luego esa informaci

Recalculando: la historia de 27 horas en Praga

Mientras los huéspedes de la pensión El Tío los Pollos duermen plácidamente, se me ha ocurrido desde mi destierro Napoleónico en la Isla de Elba --el balcón donde salgo a fumar-- escribir una entrada para este blog. Y es que hemos pasado un par de días en la maravillosa ciudad de Praga, urbe llena de magia y encanto, y repleta de rincones dignos de cualquier párrafo de los libros de Kafka. Ante todo dar gracias a los elementos por habernos dejado disfrutar de Praga en todo su esplendor. Nos ha hecho un tiempo radiante y hemos podido deleitarnos de los colores y la luz cautivadora de una ciudad que te retrotrae a épocas pasadas, y te teletransporta un par de siglos atrás en el tiempo, envolviéndote en una atmósfera de cuento digna de una ciudad monumental. Nuestra aventura comenzó a las siete de la mañana del viernes. Quien me conozca sabe que prácticamente es mi hora de dejarme abrazar por los brazos de Morfeo, pero “el que algo quiere algo le cuesta”, así que bien temprano fuimos

Nos vemos en el Puerto

¡¡Que alegría da ver a gente del Puerto por aquí, pijo!! exclamaba Marcos "el Chorros" al cruzarnos con él, Pedro "el Negro" y Andrés "el Tripas". ¿A que se ven raros los apodos cuando los estás leyendo? A mí me ha pasado. A lo que vamos. La cosa es que uno de los destinos de su periplo por Europa resultó ser Berlín. ¡Prohibido perdérselo, por supuesto! Y cómo no, el orgullo lumbrerense nos impedía no quedar al menos para tomar una cerveza y mantener un rato de agradable conversa, aunque hubiera que remover cielo y tierra. Un par de llamadas fueron suficientes para fijar un punto de encuentro en el que poder coincidir con ellos, y también con mi hermano Eze y mi cuñi-2, que estaban danzando por allí quemando sus últimos cartuchos de aventura turística en la ciudad. Mientras nos tomamos los refrigerios me comenta Pedro que ellos también tenían la idea de hacer un blog o algo parecido para contar sus aventuras, y que así la gente los fuera siguiendo. Sin