Dejadme filosofar. El ser humano a veces es absurdo, y como absurdo que es, a veces hace absurdeces, obviamente. Un ejemplo es cuando alguien hace un agujero en un río congelado y se da un baño mientras pone cara de alegría y de que todo va perfectamente bien. Mientras, nosotros debajo de la mesa de camilla bien calenticos sabemos que no todo va tan bien como esas sonrientes caras pretenden fingir. Otro ejemplo es cuando alguien se clava 8 ganchos del jamón en la espalda y se cuelga del techo usando una cadena. Levanta el dedo como si fuese la sensación más placentera del mundo e incluso se atreve a sonreír, pero todos sabemos que no. Sin embargo, cada uno y cada una tienen sus motivos para hacerlo tantas veces como quieran y de la manera que quieran, y seguro que si conociéramos esos motivos no pensaríamos que esas cosas son absurdas, sino que están sólidamente fundadas y cargadas de razón. Pues todo este rollo viene porque yo ayer también pequé de gilipollas absurdo. Llego a mi ca