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Amaneciendo y con vistas al río

Este viernes estuvimos en Watergate. Watergate es una discoteca rollito techno cerca de Warschauer Strasse, a la que puedes llegar desde la parada del metro de Schlesisches Tor -- toma nombracos!! para decirlos con cuatro cervezas en el chaleco. Pues la verdad es que la discoteca está bastante bien, a pesar de pagar 12 pavos para entrar, y vérnolas negros para que los porteros nos dejaran pasar: o vas con mujeres, o ya te puedes ir para tu casa. La discoteca tiene dos plantas, pero no es que sea demasiado grande, así que dentro de lo que cabe es medio fácil buscar a los demás cuando se te pierden. En la planta de abajo la música es más tranquililla, y en la planta de arriba es algo más movidilla, por llamarla de alguna manera. Dentro... pues una discoteca: bailoteos, cervezas, copas, gente, peste a sudor, alguna que otra perfilla con olor alemán -- sí, huelen diferente. Mis pedos fueron los primeros en aprender algo de alemán --, y ambiente en general. Pero una cosa me llamó la a

El día del padre, el día de los borrachos

No, no voy a felicitar a mi padre por el blog, a un padre no se le felicita por aquí. Escribo esto porque para nosotros, en España, el día del padre es un día de fiesta para muchos, en el que -- los que pueden -- salen a celebrarlo, a tomarse unas cañas si hace buen día, o a comer por ahí. Se compran tartas, regalos, etc. Y ya si en la familia hay Josés, pues ni te cuento. Pues bueno, en Alemania no existe el día del padre, ¿tendrá cojones la cosa? Estoy indignado. ¿Cómo es posible que exista el día de la madre -- 8 de Mayo creo que es este año -- y no el del padre? ¿Dónde está la paridad, sociedad-super-adelantada en la que vivo? Bueno, pensando que no podía ser posible me puse a buscar, y le pregunté a mis compañeros, y os explico a lo que más o menos he llegado. El día del padre existió de alguna manera en el pasado, aunque se fue degenerando hasta terminar en el "Herrentag", que viene a decir algo como "el día de los hombres". La verdad es que debió de haber d

Silencio, se baila

Este viernes, como cada viernes, estuvimos de fiesta. La noche tenía otro plan pero rápidamente cambió, como siempre. Un par de llamadas, mensajes en el Facebook a última hora, gente nueva que se apuntaba, todos españoles e italianos,... total Pascual, que nos juntamos unos 15 para irnos de fiesta. Como suele decirse, "tos en maná". Al principio fue difícil ponerse de acuerdo -- como suele pasar cuando sales tropecientos y la oferta es variada --, aunque estábamos en Kreuzberg, uno de los barrios en los que hay bastantes bastantes sitios para irte de fiesta, por lo que tarde o temprano acabaríamos en buen puerto. No sé a quién se le ocurriría, pero de repente empezamos a andar todos con algo de sentido común: parece que hay acuerdo. Llegamos a un bar que se llama "Möbel-Olfe". Entramos y no tardé ni 10 segundos en darme cuenta que era un bar de ambiente. Fue fácil: el 90% de las parejas no eran heterogéneas, así que estaba cantado. Seguimos para adentro intentand

Dos euros

No lo puedo evitar. Cada vez que veo algo que me recuerda a una persona, pienso en ella. Pero es que es siempre, es automático. Sin querer he hecho relaciones entre personas y cosas, y esa gente se me viene a la cabeza en cuanto mismo veo algo como, por ejemplo, un mostrador lleno de quesos, o cuando veo infusiones o panes de pipas, o cuando compro galletas saladas, cuando veo guisos de bote, o gente haciendo mountain bike. Pero hay una cosa curiosa que hace que me acuerde mucho de mi padre: las monedas de dos euros. A mi padre -- ya para quien no lo sepa lo destapo aquí -- le encantan las monedas de dos euros. Bueno, a todos nos gustan, pero a él más, de una manera especial. Raro es el día que no va dos o tres veces a la caja y hace lo siguiente: plac, plac, plac -- imaginaos el sonido al coger las monedas de la caja arrastrándolas con el dedo por la rampa que tienen los huecos de las monedas en las registradoras --, y se va andando ahí todo contentillo mientras zurre las monedilla