Ir al contenido principal

Silencio, se baila

Este viernes, como cada viernes, estuvimos de fiesta. La noche tenía otro plan pero rápidamente cambió, como siempre. Un par de llamadas, mensajes en el Facebook a última hora, gente nueva que se apuntaba, todos españoles e italianos,... total Pascual, que nos juntamos unos 15 para irnos de fiesta. Como suele decirse, "tos en maná".
Al principio fue difícil ponerse de acuerdo -- como suele pasar cuando sales tropecientos y la oferta es variada --, aunque estábamos en Kreuzberg, uno de los barrios en los que hay bastantes bastantes sitios para irte de fiesta, por lo que tarde o temprano acabaríamos en buen puerto. No sé a quién se le ocurriría, pero de repente empezamos a andar todos con algo de sentido común: parece que hay acuerdo.

Llegamos a un bar que se llama "Möbel-Olfe". Entramos y no tardé ni 10 segundos en darme cuenta que era un bar de ambiente. Fue fácil: el 90% de las parejas no eran heterogéneas, así que estaba cantado. Seguimos para adentro intentando hacernos hueco, ya que éramos más de mil y el sitio estaba más cotizado que el barril de crudo en los tiempos que corren. Y la verdad es que el bar estaba de puta madre -- perdona la expresión abuela, pero es que es así. Música folk y country de la que se puede escuchar, buen ambiente -- no malinterpretéis --, las bebidas no eran demasiado caras, se podía hablar con el de al lado sin problema,... Vamos, para volver. Un apunte más: vi a la segunda mujer con bigote en Berlín. Y tú diras: "qué exagerao!!". No, bigote bigotón, como el piloto.

A ver. Entre los camareros -- la mayoría de ellos -- se notaba la tendencia de apuntar hacia la ambigüedad, muy de moda ahora si habéis leído algo del tema moda últimamente. Entonces para algunos de ellos era verdad que te costaba diferenciar si eran hombre o mujer, por la forma de vestir, el cuerpo, etc. Pero la tía esta, que se le notaba a la legua que era una tía, tenía bigote. Si señor. Un bigote con un par. La primera fue una reponedora de un supermercado. Esa no iba de rollo ambiguo ni nada, simplemente que tenía bigotazo y perilla. Es una cosa que te impacta y repugna a la vez, no sé, como ascazo y repelús. Me jode hasta acordarme.



Cambiando de tema, una vez salimos de allí decidimos ir a la discoteca Lido. Para llegar a esta discoteca tuvimos que coger el metro para hacer movernos una parada más al este. Aquí todo el mundo -- o casi todos -- salen utilizando el transporte público, por lo que no hay problemas para luego volver a casa si vas mamadín. Lo malo es que es bastante común echar más de media hora para volver a casa cuando te recoges, y eso no mola tanto. Bueno, que me desvío.

Entramos al hall de la discoteca-antro. Pagamos 6 euros, un par de apretujones con el portero, el cual estaba más preocupado de que no saliera ruido a la calle que de que la gente pudiera entrar con todos sus miembros intactos, y ya estamos dentro. Ais. Nada más entrar una sala con música rock algo hardcore demás, aunque luego cambiaron y se pinchaban temazos de los buenos buenos. Para las bailongas no resultaron tan buenos, pero ya era tarde para irse a otro lado, y encima habíamos pagado. Pero antes de esta sala, había que dejar el abrigo. El guardarropa estaba al fondo. Echamos a andar, bastante muchedumbre, y de momento un silencio que aquello no era normal.


Miro para un lado, para el otro, todo lleno de gente, no hay música. Coño!!! la gente va con cascos!! Exacto, era una "silent-party", o lo que en lumbrerense viene a ser una fiesta silenciosa. A ver, la cosa iba de la siguiente manera: en un lado hay tres DJs pinchando música, cada uno a su bola; al otro lado el guardarropa y una pequeña barra, eso no nos interesa; y en el centro, un montón de gente con cascos que baila y canta como si estuviera en la ducha, pero sin el ruido de la ducha, que disimula. Pagando una fianza de 2 euros podías pillar unos cascos. Una vez que te los ponías, sintonizabas la frecuencia correspondiente al DJ que más te gustara, y listo. La gracia es sintonizar lo mismo que tus amigos, porque si no te mueves a distinto ritmo y cantas -- bueno, cantar cantar...-- cosas diferentes.
Lo primero que se te viene a la cabeza: ¿pero esto qué es?, vaya paranoya!! Pero no, la verdad es que estaba bastante bien, ya que era una forma diferente de enfiestarte. La verdad es que al principio ves al personal con los cascos, poniendo cara de tontos -- porque había bastante luz --, y cantando como los ángeles, pero del infierno. Pero era ponerte los cascos y unirte a la fiesta, que ese es el objetivo final, enfiestarse.

Comentarios

  1. Los de la cara de tontos era porque estaban escuchando El Tractor Amarillo y los que bailaban a destiempo era porque unos sintonizaban a Toni Genil y otros a Leonardo Dantés.
    La del bigote era Tamara y porque no fuiste al baño, que allí estaba Jorge Javier Vázquez tirándole los trastos a todo el que entraba, no me explico cómo no te diste cuenta de que el portero era Coto Matamoros!!!

    ResponderEliminar
  2. maria jose gabarron molina16 de marzo de 2011, 20:00

    Peter me muero de la envidiaaaaaa!!estas viviendo una experiencia irrepetible,con gente diferente,intercambios de impresiones,de costumbres,descubriendo otras maneras de hacer cosas,garitos,mujeres bigotudas,alternes varios..........V I V I E N D O !!!! Muxos bess y gracias de nuevo.

    ResponderEliminar
  3. como molaaaa, yo quiero ir a una sala silenciosaaaa jajajajajajajaja ! que guay!
    si es que está todo inventado...pasalo biennn!! Muak

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

El truco del almendruco

Ya tengo nueva casa. Y la verdad es que está bastante bien. Es un apartamento de 30 metros cuadrados que incluye una habitación-salón con una pequeña cocina, un hall con un armario grande y un baño separado. Aunque podéis ver las fotos, os describo un poco cómo es. Cuando entro tengo como un hall con un armario, y desde el que puedo acceder al baño y a la habitación.  El baño es bastante amplio, y tiene una bañera en vez de ducha. La habitación es como un salón en el que hay un sofá que realmente es la cama. Hay una gran alfombra que engloba la zona de la cama, una mesa central -- de alta como una mesa de café -- y un escritorio. Luego, en un rincón, una cocina pequeña pero que tiene de todo: mesa para comer con dos sillas, frigo, horno, kettel, cafetera, utensilios de cocina varios y un armario escobero. Respecto al barrio, a pesar de que está algo lejos del centro y tener que depender del transporte público, está bastante bien. A menos de un minuto andando tengo: tres superm

Potsdam express

Nos sentamos en el S-Bahn. Cristina saca de su bolso un paquetito de papel aluminio y lo abre. Justo como le encargué: tres trozos de bizcocho y unas cuantas onzas de chocolate. Merendamos por el camino porque no hay tiempo que perder, ya que tenemos sólo unas 4 horas para ir a Potsdam y visitar la ciudad. Junto a nosotros dos bicicletas preparadas para la aventura, porque a mi juicio, visitar Potsdam en bicicleta tiene muchas ventajas, sobre todo la de no tener que andar "una parvá kilómetros". Potsdam es una ciudad barroca muy cercana a Berlin --a poco más de 25 kilómetros-- la cuál ha sido escenario de grandes momentos de la historia del mundo. Se trata de una ciudad llena de palacios y atracciones históricas, y donde tres cuartas partes son espacios verdes. Se sitúa al lado del río Havel, y posee alrededor de 20 lagos y ríos. Nada más llegar a la estación bajamos las bicicletas del tren y nos dirigimos hacia la puerta principal. Después un rato viendo para dónde de

Punto y seguido

Acabo de montarme en el avión. Ya está todo entregado, mochilas y chaqueta arriba, cascos en la oreja, y equipaje facturado tras pagar 120 euros de sobrepeso de equipaje. Si a todos los extranjeros les timan lo mismo que a mí­, no me extraña que vaya tan bien Alemania. Se me escapa un suspiro mientras cierro los ojos. De cansancio quizá. Llevo toda la noche sin dormir. La mitad de ella de jarana, disfrutando mis últimos minutos en Berlí­n con los pocos amigos que ya quedan aquí­, y descubriendo uno de los bares que más me ha gustado desde que estoy aquí­, el White Trash , en la parada del U de Rosa-Luxemburg-Platz ( aquí ) ¡¡Hay que joderse, el último día!! Me despido de ellos. Me marcho andando bajo la lluvia que nos ha estado acompañando durante muchos días de Julio. Esa lluvia que cae a la vez que tus amigos suben fotos al Facebook de paellas en Mojácar, y revolcones en la arena de Las Higuericas. ¡Eso es sincronización, y lo demás son tonterí­as! Mientras ando sigo desarrollando un