Tacheles ha caído. Tacheles -- se pronuncia "tágeles" -- es la mítica casa okupa de Berlín que se encuentra en Oranienburger Strasse (ver). Así, comentando por encima su historia -- y que alguien me corrija si me equivoco, porque lo cuento de memoria --, Tacheles fue un viejo centro comercial, y el cual tras darle varios nuevos usos, y tras la caída del muro, el personal del artisteo okupó para evitar su demolición y así aprovechar sus espacios para convertirlo en un referente cultural-alternativo.
El problema es que esta gente -- gran parte de ellos -- se ha terminado vendiendo, así que ya no queda ni la mitad del entramado que había. Como yo he tenido la gran fortuna de verlo, os hago una visita virtual con esta entrada. Allá vamos.
Como podéis ver en la foto, Tacheles tiene un aspecto ruinoso por fuera -- y por dentro -- que permite rápidamente identificarla la primera vez que intentas buscarla. Primera impresión: "aquí va a haber mierda por un tubo". Impresión acertada, aunque se trata de "mierda con encanto". Nuevo concepto. Entramos por la puerta principal, la cual nos conduce hasta lo que podríamos llamar un corral. Ese corral está dividido en dos partes.
Una de esas partes contiene talleres de algunos de los artistas. A destacar: el que hace esculturas soldando pedazos de hierro. Para mí el mejor. En las fotos podemos ver algunas de ellas, las cuales pueden llegar a medir hasta casi 4 metros, quizá algo más. Bueno, no sé, todo lo que pasa de dos metros y medio me cuesta medirlo. Pero que son grandes. En el estudio tiene otras más chiquitas que las puedes comprar para ponerlas en casa o un jardín. A mí me encantan, pero prepara billetaje.
En la otra parte del corral tenemos "la playa del Tacheles", ahora devastada. Esta parte tenía arena como de playa. Además, un pequeño escenario de madera, y un montón de bancos y mesas para sentarte a disfrutar del ambiente y tomarte alguna que otra cervecica. En el centro también podemos encontrar un pequeño chiringuito de madera, y unas cuantas obras de arte repartidas por la arena que consisten en asientos de coche soldados a una plataforma con muelles. Parecen divertidos, pero tienen más mierda que el palo de un gallinero. Descartamos probalos.
Miramos hacia arriba y podemos encontrar algunos grafitis -- más bien murales -- bastante chulos pintados en la pared de Tacheles. Si te esperas a que se vaya la luz y se enciendan la luz de los estudios, es una imagen que ninguna cámara puede guardarla. Merecía la pena.
A esta parte dan la terraza de dos de los bares que se encontraban en los bajos del tacheles: el Zapata y el Studio 54. Para mí el Zapata es el mejor. En general es un pub bastnte oscuro. Tiene una barra decorada entera con figuras de hierro forjado y soldado -- yo creo que la hizo el artista de antes -- que parecen cobrar vida desde lo más hondo del bar. La parte de arriba también está decorada con figuras de hierro. Entre ellas un dragón que escupe fuego de vez en cuando. Como lo oyes: fuego. Es una llama que se encuentra a una distacia prudencial de las cabezas, obviamente, pero las primeras veces te mete unos pasmos de la hostia, que saltas de la silla. Todo oscuro, la música, el buen rollito, y de repente se ilumina todo y ves el dragón escupir fuego: la hostia pijo!! -- como buen murciano. Un traguico pa relajarnos. Ains. Cuando vas con alguien nuevo los segundos se te hacen eternos para que el camarero le de rienda suelta al frenesí del dragón.
Una vez hacemos parada y fonda, volvemos para entrar a la casa y seguir salseando el ambientillo. Eso va para la segunda parte. Aunque mientras os deleito con un par de las obras de arte que hizo el pólvoras aquella tarde con su cámara esperando el Tran en la puerta de Tacheles.
El problema es que esta gente -- gran parte de ellos -- se ha terminado vendiendo, así que ya no queda ni la mitad del entramado que había. Como yo he tenido la gran fortuna de verlo, os hago una visita virtual con esta entrada. Allá vamos.
Como podéis ver en la foto, Tacheles tiene un aspecto ruinoso por fuera -- y por dentro -- que permite rápidamente identificarla la primera vez que intentas buscarla. Primera impresión: "aquí va a haber mierda por un tubo". Impresión acertada, aunque se trata de "mierda con encanto". Nuevo concepto. Entramos por la puerta principal, la cual nos conduce hasta lo que podríamos llamar un corral. Ese corral está dividido en dos partes.
Una de esas partes contiene talleres de algunos de los artistas. A destacar: el que hace esculturas soldando pedazos de hierro. Para mí el mejor. En las fotos podemos ver algunas de ellas, las cuales pueden llegar a medir hasta casi 4 metros, quizá algo más. Bueno, no sé, todo lo que pasa de dos metros y medio me cuesta medirlo. Pero que son grandes. En el estudio tiene otras más chiquitas que las puedes comprar para ponerlas en casa o un jardín. A mí me encantan, pero prepara billetaje.
En la otra parte del corral tenemos "la playa del Tacheles", ahora devastada. Esta parte tenía arena como de playa. Además, un pequeño escenario de madera, y un montón de bancos y mesas para sentarte a disfrutar del ambiente y tomarte alguna que otra cervecica. En el centro también podemos encontrar un pequeño chiringuito de madera, y unas cuantas obras de arte repartidas por la arena que consisten en asientos de coche soldados a una plataforma con muelles. Parecen divertidos, pero tienen más mierda que el palo de un gallinero. Descartamos probalos.
Miramos hacia arriba y podemos encontrar algunos grafitis -- más bien murales -- bastante chulos pintados en la pared de Tacheles. Si te esperas a que se vaya la luz y se enciendan la luz de los estudios, es una imagen que ninguna cámara puede guardarla. Merecía la pena.
A esta parte dan la terraza de dos de los bares que se encontraban en los bajos del tacheles: el Zapata y el Studio 54. Para mí el Zapata es el mejor. En general es un pub bastnte oscuro. Tiene una barra decorada entera con figuras de hierro forjado y soldado -- yo creo que la hizo el artista de antes -- que parecen cobrar vida desde lo más hondo del bar. La parte de arriba también está decorada con figuras de hierro. Entre ellas un dragón que escupe fuego de vez en cuando. Como lo oyes: fuego. Es una llama que se encuentra a una distacia prudencial de las cabezas, obviamente, pero las primeras veces te mete unos pasmos de la hostia, que saltas de la silla. Todo oscuro, la música, el buen rollito, y de repente se ilumina todo y ves el dragón escupir fuego: la hostia pijo!! -- como buen murciano. Un traguico pa relajarnos. Ains. Cuando vas con alguien nuevo los segundos se te hacen eternos para que el camarero le de rienda suelta al frenesí del dragón.
Una vez hacemos parada y fonda, volvemos para entrar a la casa y seguir salseando el ambientillo. Eso va para la segunda parte. Aunque mientras os deleito con un par de las obras de arte que hizo el pólvoras aquella tarde con su cámara esperando el Tran en la puerta de Tacheles.
Me he bajado un programilla de edición de fotos a ver sí arreglo alguna para qué se vea mejor
ResponderEliminarA ver si al menos queda la mitad para cuando vayamos Eve y yo!!! No quiero ni ver las fotos para poder sorprenderme cuando vaya!!!
ResponderEliminarlas puedes ver tranquilamente, porque ya no queda ni la mitad
ResponderEliminarjoooooooo que pena!!!!!!! hubiera estado genial tomarse una cervezica con ese dragón!!!!!!!! ufffff....
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