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Mostrando entradas de febrero, 2011

El truco del almendruco

Ya tengo nueva casa. Y la verdad es que está bastante bien. Es un apartamento de 30 metros cuadrados que incluye una habitación-salón con una pequeña cocina, un hall con un armario grande y un baño separado. Aunque podéis ver las fotos, os describo un poco cómo es. Cuando entro tengo como un hall con un armario, y desde el que puedo acceder al baño y a la habitación.  El baño es bastante amplio, y tiene una bañera en vez de ducha. La habitación es como un salón en el que hay un sofá que realmente es la cama. Hay una gran alfombra que engloba la zona de la cama, una mesa central -- de alta como una mesa de café -- y un escritorio. Luego, en un rincón, una cocina pequeña pero que tiene de todo: mesa para comer con dos sillas, frigo, horno, kettel, cafetera, utensilios de cocina varios y un armario escobero. Respecto al barrio, a pesar de que está algo lejos del centro y tener que depender del transporte público, está bastante bien. A menos de un minuto andando tengo: tres superm

Finde calenturiento

Bueno, bueno, bueno... Vaya un fin de semana que hemos tenido en España: sol, buena temperatura, cervezas en las terrazas, aperitivos, la vuelta a la playa, etc. Y seguro que algún atrevido o atrevida hasta se ha metido en la playa a darse un baño. Os mando esta foto para que veáis que aquí también se está agustito, y que también tenemos ríos la mar de apetecibles para darnos un baño de vez en cuando. Así que no sufráis por mí ¬¬ No sé si se puede apreciar bien, pero sí, es un río congelado. La semana pasada empezó a apretar la cosa, y cuando se tira unos cuantos días así el río se congela por encima. Todavía hoy está congelado, a pesar de que llevamos un par de días sobre cero. De todos modos os vuelvo a repetir que el frío no es igual que allí. Aquí con 0º vas de lujo ahí con tu abriguillo y tu bufanda, pero con 0º en el Puerto no hay cojones a vivir. Respecto al calorcillo, ya me ha contado más de una persona que Berlín con el buen tiempo cambia por completo: gente en las t

Burocracia

Merkel, me has tangado. Tú y tu gobierno de burocracia desmedida me habéis tangado. Tu gobierno de papeleo sin límites y esperas burocráticas, el cual me hará rellenar un formulario para entrar a cagar a un water público cualquier día de estos, me ha tangado. Pues eso, que el otro día me la liaron con el papeleo para poder registrarme como alumno. Al final tuve que pagar una traducción, pegarme un viajezaco, y esperar unas cuantas horas en diferentes días para poder gestionar todo. Pero al final, nada. Y es que la burocracia en Alemania es algo especial. Parece mentira que en un país tan adelantado -- yo tampoco lo veo mucho más avanzado que España, en serio -- y en la "Era de la Comunicación" que estamos, haya que rellenar tantos papeles. Ya me lo advirtieron los compañeros al llegar, y tenían razón. La verdad es que la cosa funciona bien y eficientemente. Los funcionarios aquí no se escaquean a almorzar -- para los lectores funcionarios aclarar que con esto no quiero

El sol en Berlín

El sol en Berlín es curioso. El hecho de consultar el tiempo en internet es una costumbre que se ha apoderado de mí desde que estoy aquí. Lo miro por lo menos dos o tres veces al día, cuando es muy raro que cambie en un mismo día, incluso en dos. Pero yo lo miro, porque me gusta.  Si alguna vez consultáis el tiempo en Berlín podéis ver que muchos días pronostica sol, nada de nubes. Pero no, este sol no es como el de allí, este sol es como el colacao del Mercadona, te la meten. Un solezucho escondido ahí entre una cosa que para ellos no son nubes -- pero para mí sí -- y de vez en cuando es verdad que ves salir el sol, pero es como si apretara menos, como si no tuviera fuerza, como si saliera sin gracia. Pero el sábado pasado me levanto, harto de dormir, abro el ojo, ¿y qué veo? Un sol radiante que daba miedo, los pájaros cantando, nada de aire, ni rastro de nubes. Sólo faltaba asomarme al balcón y ver la puerta del Avenida enfrente. Se me aceleró hasta el pulso. Y entonces me dije: me

Absurdo

Dejadme filosofar. El ser humano a veces es absurdo, y como absurdo que es, a veces hace absurdeces, obviamente. Un ejemplo es cuando alguien hace un agujero en un río congelado y se da un baño mientras pone cara de alegría y de que todo va perfectamente bien. Mientras, nosotros debajo de la mesa de camilla bien calenticos sabemos que no todo va tan bien como esas sonrientes caras pretenden fingir. Otro ejemplo es cuando alguien se clava 8 ganchos del jamón en la espalda y se cuelga del techo usando una cadena. Levanta el dedo como si fuese la sensación más placentera del mundo e incluso se atreve a sonreír, pero todos sabemos que no. Sin embargo, cada uno y cada una tienen sus motivos para hacerlo tantas veces como quieran y de la manera que quieran, y seguro que si conociéramos esos motivos no pensaríamos que esas cosas son absurdas, sino que están sólidamente fundadas y cargadas de razón. Pues todo este rollo viene porque yo ayer también pequé de gilipollas absurdo. Llego a mi ca

das Pfand

Os voy a hablar de esta cosa porque me parece curiosa. Aquí en alemania, todos los productos que tienen este símbolo -- el de la imagen -- tienen Pfand. ¿que qué es el Pfand? Pues más o menos viene a ser una tasa que te cobran por contaminación, y que luego te devuelven si vuelves con los envases para que estos puedan ser reciclados. En términos lumbrerenses, más o menos algo como "Pascual, tráeme los cascos cuando vuelvas, que te llevas perricas". Viene a ser parecido a lo de las botellas retornables de allí, pero para compradores particulares y en los supermercados. Por ejemplo, caundo te compras una cervezaca de esas de medio litro de cristal, si la llevas de vuelta de dan 8 céntimos. Y entonces tú piensas: por 8 céntimos no voy a llevar la botella ni picao. Pero no acaba ahí la cosa. Por ejemplo, por una botella normal de litro y medio de agua te dan 25 céntimos, y una botella por cabeza al día como poco... ¿a que ahora sí irías y las devolverías? Pues eso es lo que hac

Siempre ella (2 de 2)

Bueno, os cuento la segunda parte mientras me como un trozo de Toblerone y se me llenan las muelas de empastes, la virgen!! que pejiguera, ¿quién inventaría esto? Por cierto, me he cenado un bocata de jamón que ni salchichas, ni kebap, ni currywurst, ni roulade, ni ná. Tenemos que montar un puesto ya... necesito un camello de sobres de jamón. Después de esta pequeña muestra de orgullo patrio, creo que me quedé contando cuando me paré en el puente para poder ver todo lo que tenía delante. Una vez me recompuse, decidí seguir corriendo y volver ya para casa, pero por un camino nuevo por si pillábamos alguna sorpresa más. No corro ni 200 metros y me encuentro el Bundesregierung, o lo que viene a ser en alemán, edificio monstruoso donde trabaja la super amiga de Zapatiesto -- la Merkel -- y todo su equipo de comegambísticos trajeados. Teníais que ver el edificio. En la parte frontal -- la de la primera foto -- se puede ver un cubo gigante de cristal y hormigón blanco presidido por una e

Siempre ella (1 de 2)

El otro día volvió a ser una corrida espectacular. Decidí volver por las calles Alt-Moabit Strasse y Turmstrasse, que son las que recorrí los primeros días porque era donde estaba el hostal en el que me hospedaba. Creo que por eso es por lo que les tengo un especial cariño. Estas dos calles están el el barrio de Moabit, un barrio situado al norte del barrio donde yo vivo, y en el medio un río que los separa. Por lo tanto, lo primero que tuve que hacer fue buscar un puente para llegar a Moabit. El tema de los puentes es especial en Berlín. Hay bastantes, ya que hay varios ríos que atraviesan la ciudad. Pero lo mejor de todo son los edificios que te encuentras en los alrededores de los ríos, ya que es donde suelen situarse algunos de los hoteles y edificios públicos. Darte una vuelta por la noche y ver esos edificios encendidos, y con las luces reflejándose en la oscuridad del agua, es una cosa que no hay que perderse. Una vez crucé el río me adentré en Moabit. Este barrio es bast

Das Fahrrad, mein Fahrrad

Pues nada, aquí está la máquina. Esta mañana me he ido al mercadillo de segunda mano -- léase FlohMarkt para los alemanes, o Rastro para los madrileños. He ido al de Mauerpark, uno de los más grandes -- creo -- de Berlín. Estaba nevando pero no importaba, porque aunque parezca mentira, aquí cuando nieva la temperatura se "suaviza" un poco. Después de dar unas cuantas vueltas, y de quedarme con algunos precios, me he decidido por ésta. No es la más bonita -- como se aprecia en la foto -- pero era la que tenía una mayor relación calidad-precio. Yo iba mirándole las ruedas y los piñones como si le fuera mirando las dentaduras a los caballos. Había otras de paseo que molaban más, aunque eran más caras. Y lo peor, más golosas para que venga alguien y te la sirle, que aquí lo de las bicis es como allí lo de las antenas de los coches, vuelan. Además, las ruedas estaban algo cocidas. Al final me he pillado la mountain bike esta, que tenía buenas ruedas. ¿El precio? 40 pavos, más

Alexanderplatz - Tierra en la boca

El otro día me fui a visitar Alexanderplatz, o "Alex" como la llaman los berlineses. Miro la guía y el nombre es por un zar ruso, Alejandro I. Alexanderplatz es un lugar situado en el centro-este de la ciudad, algo más al este que la zona de la Puerta de Brandenburgo, y en ella confluyen varias líneas del transporte público -- metro, tren, tranvía, etc. -- así que si vienes a visitar Berlín pasas por aquí sí o sí. Además, con un paseo de hora u hora y media te permite ver todo lo que os voy a contar aquí, y seguro que mucho más. Lo primero que ves al salir de la estación es una plaza rodeada de edificios. Entonces te preguntas, ¿tanto Alexanderplatz para esto? Además, pasé por aquí el otro día cuando me fui de fiesta con unos españoles -- ya os lo he dicho antes, que pasas fijo. Pues nada, andemos un poco. Lo primero que te encuentras en la plaza es el reloj de la hora mundial. Es como un cilindro grande y estrecho que tiene dibujado el mapa del mundo sobre el que se puede