Ir al contenido principal

Absurdo

Dejadme filosofar. El ser humano a veces es absurdo, y como absurdo que es, a veces hace absurdeces, obviamente. Un ejemplo es cuando alguien hace un agujero en un río congelado y se da un baño mientras pone cara de alegría y de que todo va perfectamente bien. Mientras, nosotros debajo de la mesa de camilla bien calenticos sabemos que no todo va tan bien como esas sonrientes caras pretenden fingir. Otro ejemplo es cuando alguien se clava 8 ganchos del jamón en la espalda y se cuelga del techo usando una cadena. Levanta el dedo como si fuese la sensación más placentera del mundo e incluso se atreve a sonreír, pero todos sabemos que no. Sin embargo, cada uno y cada una tienen sus motivos para hacerlo tantas veces como quieran y de la manera que quieran, y seguro que si conociéramos esos motivos no pensaríamos que esas cosas son absurdas, sino que están sólidamente fundadas y cargadas de razón.

Pues todo este rollo viene porque yo ayer también pequé de gilipollas absurdo. Llego a mi casa, meriendo mientras hablo con alguno de los de aquí, y me voy a mi habitación. Enchufo el ordenador y nada. Acabo de levantarme de mi puesto de trabajo hace media hora y no ha cambiado tanto el mundo como para tener algo interesante que leer. ¿salir a la calle? Imposible, hacen -6º y estar más de un cuarto de hora ahí afuera se convierte en posible causa de muerte. Pero la oferta aquí no es demasiado atractiva... a ver... ¿y si me voy a correr?

Ahí está lo absurdo. Sólo un segundo después de justificar que no se puede ni salir a la calle piensas en irte a correr. Pero en realidad no lo es tanto, porque probar una nueva experiencia, pasar un poco de frío, y salir un poco a foguear no le hacen mal a nadie. Así que nada, decidido, a correr se ha dicho.

Me pongo mis mallas térmicas, camiseta térmica, cortavientos, braga, etc. vamos, el equipo básico de guerra ruso. Me pongo el MP3... algo alegre que hay que darle caña a las piernas, algo de fuerza extra por las orejas... "System of a Down", perfecto. Estiramos bien para no cagarla, y a la calle. Salgo a toda leche para entrar en calor lo más rápido posible, pero después de 1 minuto empiezo a relajarme. No es necesario que vaya a toda leche, no es necesario que me deje el físico para intentar ir lo más caliente posible porque tampoco es para tanto, tampoco he sentido mil cuchillos clavándose en el cuerpo como pensaba que iba a sentir antes de salir a la calle, tampoco hace tanto frío. Y creedme: tampoco hacía tanto frío. A pesar de que al principio entraba el aire algo frío por la boca -- todo puede ser por la euforia inicial -- no hacía tanto frío.

Mientras corría me di cuenta de que estamos preparados para hacer muchas más cosas de las que pensamos, y que hasta que no te pones y las haces no lo descubres. Que un número que indica la temperatura exterior parece que te impone una barrera, pero si lo piensas bien es sólo eso, un número. ¿Una absurdez? Puede, pero para mí no. Para mí no porque simplemente experimentar algo nuevo y de paso explorar un poco mis límites ya me vale mucho más la pena que haberme quedado en mi casa, como muchas veces que me quedé en estas y otras cosas. Para esas personas que se bañan en un río helado o que se cuelgan del gancho del jamón puede que tampoco. Ahora los entiendo un poco más.

Al final la experiencia bien. No fue mucho tiempo, unos 25 minutos -- por razones obvias --, pero fue gratificante. E incluso volví a ver cosas nuevas, y lo mejor de todo, un tío en la calle en sudadera y pantalones cortos como de venir de jugar al fútbol, con dos cojones. Pero no pensé que fuera un chalao, porque para chalao ya estaba yo haciendo carrera. Y lo volveré a repetir, seguro.

Lo siento mucho, pero lo avisé al principio, iba a filosofar.

Comentarios

  1. lo siento, tenía media hora sin hacer nada hasta irme para ver el fútbol ;-P

    ResponderEliminar
  2. Esos frios te estan dejando la cabeza trastorná! jeje

    Roko.

    ResponderEliminar
  3. Hasta que no se te quede la cuca como un garbanzo tú p'alante!!! No te quedes en casa por nada así caigan chuzos de punta, que seis meses se pasan en nada!!!

    ResponderEliminar
  4. Yo hubiese salido a la calle también, ahora te digo y te aseguro que a correr no, pero a otra cualquier absurdez seguro jeje

    ResponderEliminar
  5. Me encanta tu filosofía de vida, pero creo que me hubiera quedado en casa o me hubiera refugiado en un sitio romántico y calentito,...jejejejejej

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

El truco del almendruco

Ya tengo nueva casa. Y la verdad es que está bastante bien. Es un apartamento de 30 metros cuadrados que incluye una habitación-salón con una pequeña cocina, un hall con un armario grande y un baño separado. Aunque podéis ver las fotos, os describo un poco cómo es. Cuando entro tengo como un hall con un armario, y desde el que puedo acceder al baño y a la habitación.  El baño es bastante amplio, y tiene una bañera en vez de ducha. La habitación es como un salón en el que hay un sofá que realmente es la cama. Hay una gran alfombra que engloba la zona de la cama, una mesa central -- de alta como una mesa de café -- y un escritorio. Luego, en un rincón, una cocina pequeña pero que tiene de todo: mesa para comer con dos sillas, frigo, horno, kettel, cafetera, utensilios de cocina varios y un armario escobero. Respecto al barrio, a pesar de que está algo lejos del centro y tener que depender del transporte público, está bastante bien. A menos de un minuto andando tengo: tres superm

Potsdam express

Nos sentamos en el S-Bahn. Cristina saca de su bolso un paquetito de papel aluminio y lo abre. Justo como le encargué: tres trozos de bizcocho y unas cuantas onzas de chocolate. Merendamos por el camino porque no hay tiempo que perder, ya que tenemos sólo unas 4 horas para ir a Potsdam y visitar la ciudad. Junto a nosotros dos bicicletas preparadas para la aventura, porque a mi juicio, visitar Potsdam en bicicleta tiene muchas ventajas, sobre todo la de no tener que andar "una parvá kilómetros". Potsdam es una ciudad barroca muy cercana a Berlin --a poco más de 25 kilómetros-- la cuál ha sido escenario de grandes momentos de la historia del mundo. Se trata de una ciudad llena de palacios y atracciones históricas, y donde tres cuartas partes son espacios verdes. Se sitúa al lado del río Havel, y posee alrededor de 20 lagos y ríos. Nada más llegar a la estación bajamos las bicicletas del tren y nos dirigimos hacia la puerta principal. Después un rato viendo para dónde de

Punto y seguido

Acabo de montarme en el avión. Ya está todo entregado, mochilas y chaqueta arriba, cascos en la oreja, y equipaje facturado tras pagar 120 euros de sobrepeso de equipaje. Si a todos los extranjeros les timan lo mismo que a mí­, no me extraña que vaya tan bien Alemania. Se me escapa un suspiro mientras cierro los ojos. De cansancio quizá. Llevo toda la noche sin dormir. La mitad de ella de jarana, disfrutando mis últimos minutos en Berlí­n con los pocos amigos que ya quedan aquí­, y descubriendo uno de los bares que más me ha gustado desde que estoy aquí­, el White Trash , en la parada del U de Rosa-Luxemburg-Platz ( aquí ) ¡¡Hay que joderse, el último día!! Me despido de ellos. Me marcho andando bajo la lluvia que nos ha estado acompañando durante muchos días de Julio. Esa lluvia que cae a la vez que tus amigos suben fotos al Facebook de paellas en Mojácar, y revolcones en la arena de Las Higuericas. ¡Eso es sincronización, y lo demás son tonterí­as! Mientras ando sigo desarrollando un