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Siempre ella (1 de 2)

El otro día volvió a ser una corrida espectacular.

Decidí volver por las calles Alt-Moabit Strasse y Turmstrasse, que son las que recorrí los primeros días porque era donde estaba el hostal en el que me hospedaba. Creo que por eso es por lo que les tengo un especial cariño. Estas dos calles están el el barrio de Moabit, un barrio situado al norte del barrio donde yo vivo, y en el medio un río que los separa. Por lo tanto, lo primero que tuve que hacer fue buscar un puente para llegar a Moabit.

El tema de los puentes es especial en Berlín. Hay bastantes, ya que hay varios ríos que atraviesan la ciudad. Pero lo mejor de todo son los edificios que te encuentras en los alrededores de los ríos, ya que es donde suelen situarse algunos de los hoteles y edificios públicos. Darte una vuelta por la noche y ver esos edificios encendidos, y con las luces reflejándose en la oscuridad del agua, es una cosa que no hay que perderse.


Una vez crucé el río me adentré en Moabit. Este barrio es bastante mestizo, ya que se mezcla gente de bastantes sitios: indios, árabes, paquistaníes, turcos, etc. Esto desemboca en que hay bastantes tiendas, comercios, puestos de comida, bares, cafeterías, etc. y cada uno de su padre y de su madre. Una de las cosas típicas que puedes encontrar por la tarde son los puestos de fruta, que suelen ser bastante grandes, aunque la mayoría de fruta italiana, ya que es más barata que la española. La española suelen venderla en supermercados, y muchas veces va etiquetada como producto "gourmet".



En este barrio también hay un montón de edificios de corte antiguo, iglesias, y casinos electrónicos y casas de apuestas. Sí, vicio hay en todos lados.

 
Al final de esta calle, en una zona aislada, el restaurante "Paris Moskau". Es como una casa típica pero pequeña, y la verdad es que es bastante bonito. Dentro se puede ver a la gente con cara de estar bien calentita y a gusto -- no como yo corriendo por la calle --, aunque no tiene pinta de ser de lo más barato de Berlín.


Pasado este restaurante llegas a Willy-Brandt-Strasse, que realmente es un puente que te permite volver de nuevo al Tiergarten, y en el que puedes encontrar varias figuras y esculturas. Algunas de ellas están en las farolas, y otras sobre la propia baranda del puente. La verdad es que están bastante bien, aunque por la noche no se aprecian con claridad. De repente miro a la izquierda para ver si vienen coches, y me paro.


Me tengo que parar. De repente aparece delante de mis ojos una panorámica para quedarse allí tres o cuatro horas sin moverse. Ahí, sin venir a cuento, como quien no quiere la cosa. Y sin embargo, fue una de las cosas mas bonitas que he visto en mi vida -- por lo menos para mí.

(voy a intentar describirlo con ayuda de las fotos, aunque en verdad la perspectiva no era la misma que vosotros podéis ver)

Me paro y miro de izquierda a derecha con cara de tonto. Vuelvo a empezar la segunda vuelta, ahora con más cara de tonto, pero con más paciencia. Lo primero que te encuentras es la HauptBahnhof -- estación central -- de Berlín. Es un edificio gigante de cristal a la orilla del río, iluminado por todos lados con unas luces que van desde el color natural hasta el azul. Entre los edificios, unas galerías también de cristal que entran y salen, son los andenes. Está saliendo un tren. Una fila de luces inmensa sale desde ese amasijo de cristal y luces. Lo sigo con la mirada. Puede que sea de largo como del cruce hasta el Albanta -- mensajeras? no, no tensajero. Os lo prometo, es el tren más largo que he visto nunca. Lo veía como una serpiente de colores que se iba metiendo en los edificios de la derecha, y todavía seguía saliendo. No era posible, pero sí lo era, y lo estaba viendo.


Sigo el tren con los ojos. Mientras se adentra en un edificio iluminado de un color morado parecido al del hotel Esplanade, puedo empezar a apreciar el skyline del Mitte, el centro-este -- y también norte, ya os explicaré lo de los cuatro centros de Berlín -- de la ciudad. Sobresale la antena de la televisión, cómo no. Tiene algunas luces fijas, otras parpadean. Alrededor de ella, un montón de edificios iluminados de diferentes formas. Empiezo a buscar sitios que conozca. La cúpula iluminada del Reichstag -- parlamento -- llega a verse. Tengo que subir antes de que la cierren al público, si no la han cerrado ya. Dicen que es alucinante. El tren ya ha pasado, pero no llegué a fijarme cuando terminaba de salir. Os lo prometo, era inmenso. Nunca había visto uno así.

Creo que ya está bien. Llevo más de 5 minutos parado. Ojalá hubiera tenido la mejor cámara que echara las mejores fotos por la noche. La hubiera fundido, y hubiera merecido la pena. Ya no tengo ni ganas de correr ni de ná, pero tengo que volver. Lo mejor es la cosa no terminaba ahí.

Comentarios

  1. Joer Pedro, comprate un trípode que no sales en ninguna foto!!!

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  2. Creo que has conseguido describirlo perfectamente porque por un momento me he imaginado que estaba corriendo contigo, las ganas mias......

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  3. Tren de medianoche vuelve a pasarrr, nunca consigue olvidaaarrr, tren de medianoche... tráela junto a míiiii, sé muy bien que volveráaa y las estrellas le acompañaráaan!!!

    Muy xulo el Post, me has recordado la canción de La Frontera!!!

    Iremos juntos a ver esa vista que tan bien nos describes, esperemos que pasé el tren!!!

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