(viene de Un finde en Hamburgo: por el día)
Hamburgo por la noche cambia bastante. Podríamos decir que es otra de esas ciudades que se parecen bastante poco al resto de Alemania, y es que hay movimiento y jarana por doquier, pero ya iremos a eso.
Vamos a empezar por la iluminación de la ciudad. Como podéis apreciar en las fotos, Hamburgo es una ciudad bastante bien iluminada. Por una parte tenemos la zona del puerto. Desde el metro se puede apreciar un puerto inmenso repleto de grúas que parecen incansables incluso de noche. Todos los muelles, instalaciones, grúas e incluso algunos barcos permanecen iluminados indicando actividad en uno de los puertos más importantes de Europa. Por otra parte tenemos el centro de la ciudad, mucho más fácil de distinguir que en Berlin. Aquí sí se puede distinguir esa madeja de edificios gigantones e iluminados que delimitan el centro de casi cualquier urbe.
Hamburgo por la noche cambia bastante. Podríamos decir que es otra de esas ciudades que se parecen bastante poco al resto de Alemania, y es que hay movimiento y jarana por doquier, pero ya iremos a eso.
Vamos a empezar por la iluminación de la ciudad. Como podéis apreciar en las fotos, Hamburgo es una ciudad bastante bien iluminada. Por una parte tenemos la zona del puerto. Desde el metro se puede apreciar un puerto inmenso repleto de grúas que parecen incansables incluso de noche. Todos los muelles, instalaciones, grúas e incluso algunos barcos permanecen iluminados indicando actividad en uno de los puertos más importantes de Europa. Por otra parte tenemos el centro de la ciudad, mucho más fácil de distinguir que en Berlin. Aquí sí se puede distinguir esa madeja de edificios gigantones e iluminados que delimitan el centro de casi cualquier urbe.
Después de ducharnos en el hostal y cenar un par de pizzas, continuamos nuestro viaje en el metro. Dirección: el barrio de St. Pauli. Aparte de ser uno de los barrios más conocidos por la gente ajena a Hamburgo, y ser el nombre de un equipo de fútbol muy famoso en Alemania por su procedencia obrera y su símbolo igual que una bandera pirata, se trata del barrio rojo. No he tenido la suerte de estar en el de Amsterdam, pero si es mejor que éste tiene que ser ya la bomba. Salimos de la estación y no tenemos ni idea de para dónde tirar. No importa. La marea de gente --muy útil cuando no tienes ni idea de a dónde ir-- nos indica que debemos de salir por la escalera derecha de la estación y seguir hasta el final de la calle. Los luminosos de los bares, pubs, discotecas, clubs, etc. también actúan como faro. No hay pérdida, estábamos llegando.
Cada vez aparece más gente, y la nube de luces de neón se hace más espesa. Se hace difícil elegir entre un local u otro, porque todos son apetecibles. Seguimos andando en busca de uno de los lugares que nuestra amiga --la de la open-air party-- nos había recomendado. Cuanto más andamos más nos recuerda a algo que ya habíamos visto: Benidorm. Aunque podríamos decir que con algo más de calidad. Bastante más. Muchos bares apiñados, luces por aquí, luces por allá, cientos de extranjeros --véase que para mí los extranjeros siguen siendo los no españoles, aunque esté en la Conchinchina-- borrachos y gritando todo lo que no han gritado en su vida de rutina. Nos metemos en un par de bares de entre los mil que hay para elegir.
Como todo barrio rojo, además de bares hay industria del sexo. Por la parte por la que andamos no apreciamos ningún tipo de escaparate al estilo Amsterdam. Lo que sí podemos ver es varios locales de peep-show con sugerentes reclamos en la entrada, pero nada de carne y hueso. Al día siguiente nos enteramos de que sí hay una parte más al estilo de la del barrio rojo de Amsterdam, pero con acceso más restringido para controlar la entrada de posibles menores de edad. Un paseo por allí para curiosear no hubiera estado de más. A la próxima.
Ya eran sobre las cuatro y pico de la mañana, y ya el único baile que sabíamos ejecutar era el del abrimiento de boca, y encima compitiendo para ver quién lo hace más largo. Tomamos el camino de vuelta al hostal con arrepentimiento por no quedarnos más rato, y a la vez con alivio por poder tirarnos de una vez en nuestras literas y cocer todo el día, que había empezado a las cinco y media de la mañana y por aquí íbamos. Bonita ciudad Hamburgo a la que he tenido la suerte de volver después de un par de años, y con un plan totalmente diferente. Visita recomendable cien por cien.
Gracias Peter por tu blog.......rspito;me encanta verte exprimir todo lo q se te pone a tu alcance.....asi es como se disfruta de lo "bueno"de la vida:sacando lo mejor.....muxos besos guapo!
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